María trato de seguir con su vida, después de lo que había pasado con Ralf.
Pero, unos días después de haberlo conocido, Ralf el entro buscandola en el Copacabana. Trato de invitarle una copa, a lo que ella se negó con la escusa de que estaba trabajando; Milan, el dueño de aquel lugar creyó que María había perdido la batalla con aquel hombre, aunque después de escuchar el rechazó de ella hacia el pintor, Milan quedó mas tranquilo. Esa noche María se fue con otros 2 clientes, dejando de lado a Ralf.
Paso la noche y algunos días siguientes pensando en que podría necesitar o querer aquel pintor de ella. Aunque trataba de reprimir y controlar sus sentimientos, también creía que ya había abierto una puerta que despertaba nuevos sentimientos en ella.
Al tercer día, Ralf entro nuevamente al Copacabana en busca de María, aunque ella se encontraba ya tomando una copa con otro cliente, ella lo dejó y se acerco a Ralf, quien le invito una copa y empezaron con el ritual, mientras Milan solo los observaba. Después de unos minutos Ralf se acerco al dueño, diciéndole que se la llevaría el resto de la noche y que pagaría por 3 clientes. Salieron de ahí y se dirigieron a la casa de él.
Estando en la casa de Ralf, bebieron vino, María le pidió que encendiera la fogata y conversaron acerca de sus sentimientos. Pasado un tiempo y con los sentimientos a flor de piel, María decidió darle un regalo, un bolígrafo que había comprado para su uso, explicándole el valor de aquel objeto para ella, pues creía mas importante regalar algo de su uso a regalar algo que la otra persona deseara. María también fue recompensada, con un objeto de Ralf quien le explico el valor de aquella pieza. Después de una larga conversación ella se despidió pidiéndole que la acompañara y le abriera puerta (pues en Brasil existía una superstición de que en la primera cita el dueño de la casa tenia que abrir la puerta, de lo contrario jamas se volverían a ver).
María relata en su diario que se había enamorado de aquel hombre, estaba tan agradecida con él por salvarla de la vida que llevaba y por darle un nuevo sentido a la misma. Así que empezó a ver las cosas de una manera diferente, creyendo que todo tenía sentido y agradeciendo haber entrado en ese café aquel día.
Al llegar María a su trabajo Milan, su jefe, hablo con ella; diciéndole que ya estaba lista para dar un siguiente paso: estar con los clientes especiales, argumentando que el pintor era un cliente especial. Y que ahora que estaba lista podría estar con uno de ellos quien estaba interesado en estar con ella. Así que esa noche conocería un nuevo mundo, Milan le dijo con que cliente pasaría esa noche. Su nombre era Terence un agente de una compañía discográfica en Inglaterra.
Aquel cliente pago 1000 francos por ella y la saco de ahí toda la noche. Se fueron en un taxi y se fueron a un Hotel. Este tipo de clientes buscaban cumplir sus fantasías sexuales mediante el masoquismo (dolor y placer al mismo tiempo). María sin saber aun a que se refería se paralizo, así que Terence le explico las reglas del juego. Ella con miedo e inseguridad no supo que hacer ni como reaccionar, por lo que el cliente le permitió irse, siempre y cuando la próxima vez que se vieran ella supiera ya que hacer.
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